Decía por aquí el otro día Javier Gomá que la vulgaridad es la espontaneidad no educada. Se ha convertido en el discurso oficial de la cultura. El DRAE nos dice que vulgar remite al vulgo, a lo que es impropio de personas cultas o educadas. Desde el domingo todavía ando deglutiendo la frase estelar de Gomá: “La vulgaridad es un progreso moral”. De modo que ando jodidillo, salvo que no haya entendido nada de nada desde el Nescafé dominical.

Se ve uno rodeado de vulgaridad por todas partes. De lo local sevillano a lo nacional y universal. Lo zafio viste, despierta simpatía y crea su discurso cultural con autónoma potestad. Según Gomá, concluyo que respecto a la vulgaridad debo pertenecer al retroceso inmoral. Triunfa Zorra en el Benidorm Fest con su pegadizo soniquete. Resulta divertido, electropop y cubatero y viaja hacia atrás, de la Bandini y La Casa Azul a Dinarama y al champú de huevo. Pero, al unísono, lo que triunfa también es la chabacanización de la impostura, la relectura bajuna de la libertad, el excedente de carne expuesta con cansina lascivia. La viejoven Mery Blas de Nebulossa –sólo la Comunitat Valenciana nos ofrece lo mejor de sus hijos– ha triturado el edadismo y es la última heroína del empoderamiento. Eurovisión refleja el popurrí cultural que nos gusta y define. Inmersión nostálgica en el ayer (recuerden aquel Guayominí, dipuán), democracia viral por la gracia del pueblo, mal gusto petardo y sin complejos y procacidad fluida. La cultura popular era otra cosa. Pero esto lo dejamos mejor para las brillantes seseras de Letras Libres.

El Cristo del cartel de Salustiano debería haber interactuado en el Benidorm Fest. Incluso los dos bailarines de aire drag de Zorra podrían haber ido caracterizados perfectamente como el Resucitado guapicursi del artista. Dice el profesor Benito Navarrete, banderín cultural en la era Zoido, que todo obedece a la moda “neobarroca gay”. En la Plaza del Triunfo, entre crucifijos y enseñas españolas, se reunieron unos cuantos espantajos con su pancarta “No al cartel blasfemo”. Qué cruz soportar a quienes manipulan la cruz. Parecían fieles de la Iglesia Palmariana. Son de hecho la contraparte kitsch de la vulgaridad triunfante en todo ámbito. Jesús, la luz del Reino, nada tiene que ver con la caricatura de tanto oscurantista ridículo.

De Benidorm a Sevilla. Se arma el Cristo por todo lugar. Pedro Sánchez se declara zorrista, alaba la ¿cultura? provocadora y se mofa de la fachosfera porque él pertenece a la giliesfera de progreso. Los de en medio no somos nadie y Javier Gomá se nos atraganta.

QOSHE - De ‘Zorra’ a Salustiano - Javier González-Cotta
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De ‘Zorra’ a Salustiano

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07.02.2024

Decía por aquí el otro día Javier Gomá que la vulgaridad es la espontaneidad no educada. Se ha convertido en el discurso oficial de la cultura. El DRAE nos dice que vulgar remite al vulgo, a lo que es impropio de personas cultas o educadas. Desde el domingo todavía ando deglutiendo la frase estelar de Gomá: “La vulgaridad es un progreso moral”. De modo que ando jodidillo, salvo que no haya entendido nada de nada desde el Nescafé dominical.

Se ve uno rodeado de vulgaridad por todas partes. De lo local sevillano a lo nacional y universal. Lo zafio viste, despierta simpatía y crea su discurso cultural con autónoma potestad. Según Gomá, concluyo que........

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