TE desayunas con la tragedia de que han detenido a dos chavales por su presunta implicación en la muerte violenta de su madre y confirmas, una vez más, que la realidad es infinitamente más amarga que el café. Lees que tienen 13 y 15 años, la edad de tus hijos, tus nietos, tus sobrinos. Piensas en qué se le pasaría por la cabeza a quien empuñó el arma, pero, sobre todo, en esa pobre mujer y en que no debe de haber una forma más cruenta y dolorosa de fallecer. Luego reparas en su pareja y padre de sus dos hijos. En lo terrible que tiene que ser despedirte de tu familia para ir a trabajar y encontrarte, al regresar, una casa insoportablemente vacía. Escuchas que los menores eran adoptados y el dolor por esa madre, ni siquiera sabes por qué, se multiplica por tres. Te vienen a la cabeza las personas que han ampliado su familia de la misma manera y las que están en ello. Te preguntas cómo les afectará la noticia. A ellos y a los compañeros de pupitre de los dos hermanos y a esos profesores que los miraban todos los días cara a cara en el aula. No te quieres imaginar en la piel de los padres de esos alumnos. Mucho menos en la de los familiares de la víctima. No hay palabras de consuelo ni para explicar lo inexplicable. Ves su foto. Posas los ojos en su sonrisa. Intuyes las de sus hijos pixelados en otro retrato familiar. “Nos hemos quedado como en blanco, no nos queda más que acudir a la fe”, dijo el párroco de Castro. A algunos ni eso.

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QOSHE - La onda expansiva del dolor - Arantza Rodríguez
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La onda expansiva del dolor

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09.02.2024

TE desayunas con la tragedia de que han detenido a dos chavales por su presunta implicación en la muerte violenta de su madre y confirmas, una vez más, que la realidad es infinitamente más amarga que el café. Lees que tienen 13 y 15 años, la edad de tus hijos, tus nietos, tus sobrinos. Piensas en qué se le pasaría por la cabeza a quien empuñó el arma,........

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