LA HABANA, Cuba.- “¿Qué se dice?”, preguntaba mi abuela si yo no respondía cortésmente al gesto bueno; y con su pregunta intentaba mi abuela enseñarme a dar las gracias. Ella insistía, y creo que aprendí gracias a su insistencia. Yo también tuve un amigo muy querido, un gran poeta, que se llamó, que para mí se llama todavía, Rafael Alcides; y ese amigo poeta escribió todo un libro en el que el sujeto lírico asegura, desde la cubierta del libro, que era “Agradecido como un perro”, y creo que lo fue, y lo fue mucho.

Mi amigo Rafael Alcides fue un hombre agradecido como un perro, y no hay nada en el mundo que supere al perro en sus agradecimientos. Las almas bellas son siempre agradecidas. Las almas bellas, las almas tiernas, los puros de corazón, son agradecidos, y a veces tiernos. El agradecimiento es también una especie de furor heroico, un furor tierno, compasivo.

Agradecer es saber vivir, y quizá más que saber vivir es aprender a vivir. Agradecer es salvarse uno mismo, pero los agradecimientos suelen volverse esquivos en este país en el que vivo. En Cuba se esconden los agradecimientos, creo que porque no hay mucho que agradecer, porque la historia más reciente nos volvió malagradecidos. En Cuba se esconden los agradecimientos, en Cuba se niegan los agradecimientos.

En Cuba no se agradece nada, porque hay muy poco que agradecer, tan poco que hasta perdimos la costumbre de decir gracias. Y es tan poco lo que merece agradecimientos que olvidamos decir gracias. Y es tan poco lo que hay para agradecer, que hasta celebramos lo que no nos toca celebrar. En Cuba se perdieron todas las gracias, pero celebramos “Acción de gracias”.

En la Cuba de los últimos años nos ha dado por atender a las celebraciones ajenas. En Cuba celebramos Halloween, y no vamos a Time Square en Fin de Año porque no nos alcanza el dinero para ir de un punto a otro de La Habana. En Cuba celebramos “Acción de gracias” aunque escaseen los motivos para dar gracias y para festejar, y quizá sea esa la razón que nos hace atender a las celebraciones ajenas.

En Cuba escasean las verdaderas razones para los festejos. En Cuba las celebraciones no tienen que ver con las simpatías, con los agrados, con las buenas acciones, con los encantamientos y las fascinaciones, sin embargo nos tropezamos, en esas celebraciones, con las vulgaridades, con lo tosco y lo brusco, con lo feo y lo más horrible, con el hambre y las ordinarieces que acompañan al hambre y a los hambreados.

Agradecer es volver a vivir lo que antes se estuvo agradeciendo. Agradecer es propiciar la reiteración del bien. Agradecer es amar, y hasta ser amado, pero a veces somos mal agradecidos, y también, casi siempre, no hay mucho que agradecer; y entonces no queda otro remedio que pasar por alto los agradecimientos, aunque el agradecer propicie la reiteración del bien, aunque agradecer sea algo parecido a dar amor.

En Cuba no damos las gracias ante un gesto solidario, sin embargo, celebramos el día de “Acción de gracias”, y el Baby shower… Cuba está muy atenta a las celebraciones norteamericanas. Cuba vive, tristemente, con la cabeza puesta en el Norte, y desatiende sus celebraciones más viejas. Quizá eso tiene que ver con las celebraciones que impusieron los barbudos desde 1959.

Cuba perdió las esperanzas y olvidó todas las experiencias que tuvo en sus propias celebraciones, quizá por eso son unos cuantos, quizá muchos, los que celebran cada año “Acción de gracias”, quizá porque perdimos el norte cuando decidimos mirar más al Norte que a la tierra sobre la que aún estamos parados. “Acción de gracias” celebramos y no tenemos libertades. ¿Qué agradecemos entonces?

¿Qué comemos? ¿Acaso unos enclenques muslitos de pollo que tenemos guardados desde hace tres meses, suponiendo que salieron de un pavo norteamericano enorme? ¿De un pavo yuma? ¿Esos tristes muslitos que habíamos dejado para comer todos juntos el domingo? Y el pan de maíz… ¿de dónde sacaremos el pan de maíz? ¿Cuáles serán los signos más sensibles de la celebración? ¿Cuáles las palabras? ¿Cuáles serán los gestos en la mesa mirando los cubiertos y la mesa? ¿Qué somos? ¿Qué celebraremos?

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QOSHE - ¿Qué tengo yo que agradecer? - Jorge Ángel Pérez
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¿Qué tengo yo que agradecer?

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25.11.2023

LA HABANA, Cuba.- “¿Qué se dice?”, preguntaba mi abuela si yo no respondía cortésmente al gesto bueno; y con su pregunta intentaba mi abuela enseñarme a dar las gracias. Ella insistía, y creo que aprendí gracias a su insistencia. Yo también tuve un amigo muy querido, un gran poeta, que se llamó, que para mí se llama todavía, Rafael Alcides; y ese amigo poeta escribió todo un libro en el que el sujeto lírico asegura, desde la cubierta del libro, que era “Agradecido como un perro”, y creo que lo fue, y lo fue mucho.

Mi amigo Rafael Alcides fue un hombre agradecido como un perro, y no hay nada en el mundo que supere al perro en sus agradecimientos. Las almas bellas son siempre agradecidas. Las almas bellas, las almas tiernas, los puros de corazón, son agradecidos, y a veces tiernos. El agradecimiento es también una especie de furor heroico, un furor tierno, compasivo.

Agradecer es saber vivir, y quizá más que saber vivir es aprender a vivir. Agradecer es salvarse uno mismo, pero los agradecimientos suelen volverse esquivos en este país en el que vivo. En Cuba se esconden los agradecimientos, creo que porque........

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