LA HABANA, Cuba. – Desde mediados de 2023 varios vecinos de mi edificio cambian divisas con la misma persona: un hombre serio, bien educado, confiable y discreto que acude con puntualidad y paga siempre con billetes de alta denominación. Todos han asumido que está vinculado a una o varias mipymes, pero en la medida que se acelera el aumento del precio de las divisas en el mercado cambiario informal ―único que realmente funciona en Cuba―, me ha llamado la atención el hecho de que ese incremento, que se ha disparado en los últimos días, no le afecta.

Si en las mipymes hay poca venta porque la gente no tiene dinero, ¿de dónde sacan tanta moneda nacional para costear el precio del dólar en el mercado informal, sin importar cuánto suba?

Esta pregunta emerge del funcionamiento cada vez más extraño e ilógico de una economía que, evidentemente, solo funciona con agilidad en determinados ámbitos y para actores específicos, mientras la mayoría de los cubanos intentan mantenerse a flote a base de trueques, regateos y la compra de alimentos de muy mala calidad, los únicos que pueden permitirse con salarios que, a duras penas, equivalen a 10 dólares mensuales.

El régimen culpa a factores externos de especular con la tasa cambiaria para inducir la inflación; pero queda claro que, entre tantos mecanismos de control aprobados para ponerle freno al sector privado, y sin una sola medida que haya resultado eficaz para “redireccionar el flujo de divisas” hacia las arcas del Gobierno, un grupo muy selecto de empresarios está obteniendo rédito del progresivo estrangulamiento de la economía cubana.

El pueblo no cambia sus divisas en las Cadecas, tampoco deposita más dólares de los necesarios en las tarjetas de moneda libremente convertible (MLC) y se ha negado a bancarizar sus operaciones financieras porque, a pesar de las amenazas del régimen, el efectivo sigue marcando la pauta en las negociaciones cotidianas.

Por otro lado, el turismo no despega. Buena parte de los que visitan la Isla son cubanos residentes en el exterior que saben muy bien dónde y con quién cambiar su dinero. Del mismo modo, los turistas son cada vez menos ingenuos y muchos vienen instruidos sobre el funcionamiento del mercado cambiario informal.

Decenas de miles de dólares se mueven fuera del control del régimen, o al menos eso creemos, porque sin importar cuántas veces el primer ministro, Manuel Marrero, amenace con intervenir el mercado cambiario informal, lo cierto es que no ha podido, o no ha querido, desmontarlo. En realidad, parece todo lo contrario: cuanto más afirman desde arriba que los revendedores de divisas tienen los días contados, más se disparan el dólar y el euro, poniendo frenéticos a emprendedores modestos que resuelven problemas de desabastecimiento a nivel de barrio, pero que ya no pueden sostener el costo del dólar.

La otra cara de esa moneda son personajes como el que se menciona al principio de este artículo. Gentes que tienen banca abierta para cubrir el valor de las divisas y afirman tranquilamente que dólar y euro llegarán a los 500 pesos este año, pero no se muestran inquietos. No van a parar.

Algo no casa en esta ecuación. Los negocios prósperos se caracterizan por la afluencia de público y en las mipymes, por lo general, no hay colas. Hay establecimientos que venden productos superfluos a precios irrisorios en un país donde las personas cuentan los centavos para garantizar la compra de artículos básicos. En un escenario de pobreza casi generalizada, donde desayunar pan y leche constituye un privilegio, es absurdo vender paquetes de 365 gramos de granola, marca Kellogg’s, a 2.500 pesos (poco más de siete dólares).

Abundan los ejemplos de productos que nadie compra, pero crean la ilusión de que existe una demanda y dinero para respaldarla, lo cual justificaría el alza imparable de las divisas en el mercado informal. Esa clase de negocio sirve de vitrina al discurso oficial y probablemente de tapadera a alguna actividad económica ilícita que beneficia a la clase gobernante, pues una simple operación matemática demostraría que no pueden sobrevivir con el dólar por las nubes y el poder adquisitivo de la población decreciendo día tras día.

En la práctica no existe tal demanda porque las condiciones económicas de la mayoría de los hogares cubanos no lo permiten. Si el dólar y el euro siguen aumentando, es porque no hay interés en detener esa marcha. No se ha tomado ninguna medida para facilitarles a los emprendedores ― no solo a los elegidos― el acceso a divisas; se les ponen trabas para mover efectivo, les aumentan los impuestos y el precio del combustible; pero aun así aparecen sujetos como el cambista misterioso, que operan en todo el país y en medio de un dominó a punto de trancarse feo, pagan el dólar al precio que sea.

La única conclusión lógica es que el régimen, directamente o mediante testaferros, está sacando provecho de la situación y no le conviene cambiarla. El dólar romperá todos los récords y para nosotros las cosas van a empeorar a un extremo inimaginable, aunque lo que ya se está viendo es suficiente para romperle el alma a quien la tenga, que no es el caso de quienes mal timonean esta barca fúnebre, sin dejar de culpar por el naufragio al inquilino de turno en la Casa Blanca y a un embargo que, desde hace mucho tiempo, solo existe en papeles.

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Alza del dólar en Cuba: ¿una estrategia del régimen?

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27.04.2024

LA HABANA, Cuba. – Desde mediados de 2023 varios vecinos de mi edificio cambian divisas con la misma persona: un hombre serio, bien educado, confiable y discreto que acude con puntualidad y paga siempre con billetes de alta denominación. Todos han asumido que está vinculado a una o varias mipymes, pero en la medida que se acelera el aumento del precio de las divisas en el mercado cambiario informal ―único que realmente funciona en Cuba―, me ha llamado la atención el hecho de que ese incremento, que se ha disparado en los últimos días, no le afecta.

Si en las mipymes hay poca venta porque la gente no tiene dinero, ¿de dónde sacan tanta moneda nacional para costear el precio del dólar en el mercado informal, sin importar cuánto suba?

Esta pregunta emerge del funcionamiento cada vez más extraño e ilógico de una economía que, evidentemente, solo funciona con agilidad en determinados ámbitos y para actores específicos, mientras la mayoría de los cubanos intentan mantenerse a flote a base de trueques, regateos y la compra de alimentos de muy mala calidad, los únicos que pueden permitirse con salarios que, a duras penas, equivalen a 10 dólares mensuales.

El régimen culpa a factores externos de especular con la tasa cambiaria para inducir la inflación; pero queda claro que, entre tantos mecanismos de control aprobados para ponerle freno al sector privado, y sin una sola........

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