El Gobierno balear destinará 200.000 euros durante el próximo año a inspeccionar posibles “intromisiones ideológicas” que los niños escolarizados en las islas pudieran sufrir por parte de sus profesores. El nada ideologizado gobierno del PP, sostenido por los nada ideologizados votos de Vox, satisface en sus presupuestos para 2024 uno de los tradicionales sueños húmedos de la ultraderecha: meter sus manos en los pupitres. La policía ideológica balear, que velará en defensa de esos niños expuestos a la tendenciosa contaminación de sus profesores, sólo operará en los colegios públicos de las islas. En los privados, de los que la Iglesia subvencionada por el Estado es propietaria, la libertad de adoctrinamiento podrá, por supuesto, seguir campando a sus anchas como campaba el Cid, segundo mejor español de la Historia por detrás del balear Rafa Nadal.

La intromisión ideológica es un concepto fascinante, y cualquier dirigente de Vox al que le pregunten les explicará en qué consiste. Hay en la vida dos tipos de posiciones. Por un lado, las no ideologizadas, que son aquellas que defiende la derecha española. Así, explicarles a los menores que dios es uno y trino, a la vez padre, hijo y espíritu santo; que España es una, grande y libre; o que el capitalismo es el estado natural de las cosas, sería hablarles de una realidad aséptica que nada tiene que ver con ideología. Por otro lado, está la izquierda, que sí tiene ideología. He ahí el peligro para los niños que PP y Vox quieren evitar. Si uno se despista, un profesor ideologizado, y dispuesto a contaminar los inocentes cerebros de los menores, podría soltarles en el aula que el hombre viene del mono, que el calentamiento global es un hecho, el machismo un problema o cualquier otra retorcida idea ideologizada.

Eso en Baleares se va a acabar. A partir de 2024, si el depredador infantil de turno se atreve a exponer en el aula conceptos ideológicos como que nadie es mejor que otro por ser homosexual o heterosexual, el comisario político a sueldo de Vox estará ahí para sancionar esa conducta ideologizante. Saltarán entonces los resortes necesarios para que el profesor y el centro educativo sean sancionados y a los niños les quede claro que la homofobia, el cambio climático, la violencia machista, las vacunas o la teoría de la evolución son inventos de la izquierda para arrastrar a los menores al más crudo comunismo. Gracias a dios.

Ni la maniobra de la derecha buscando meter sus narices en las aulas baleares ni la abultada partida presupuestaria han generado polémica alguna. El asunto no abre telediarios, ni ocupa portadas, ni tampoco hay tertulias que le dediquen horas. Al fin y al cabo, ¿qué son 200.000 euros en policías de la moral infantil a sueldo de la ultraderecha comparados con otros derroches recientemente conocidos, como aquel en el que 50.000 euros fueron dilapidados en medios técnicos para que en el Congreso y el Senado se pudiesen hablar las lenguas oficiales del Estado? ¿Qué importancia puede tener esta noticia en la que los niños son moneda de cambio de la negociación presupuestaria entre las derechas, cuando hay escándalos con menores de por medio de mayor envergadura, como aquel, juzgado en tribunales y prensa, en el que Irene Montero le pidió a una amiga que le sujetase a su hija durante un acto? Quizá la ausencia de polémica mediática tenga que ver con que los grandes medios de este país, al igual que la derecha política y la judicial, tampoco tienen ni quieren ideología, ¿verdad?

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PP y Vox introducen comisarios políticos en los colegios baleares

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18.12.2023

El Gobierno balear destinará 200.000 euros durante el próximo año a inspeccionar posibles “intromisiones ideológicas” que los niños escolarizados en las islas pudieran sufrir por parte de sus profesores. El nada ideologizado gobierno del PP, sostenido por los nada ideologizados votos de Vox, satisface en sus presupuestos para 2024 uno de los tradicionales sueños húmedos de la ultraderecha: meter sus manos en los pupitres. La policía ideológica balear, que velará en defensa de esos niños expuestos a la tendenciosa contaminación de sus profesores, sólo operará en los colegios públicos de las islas. En los privados, de los que la Iglesia subvencionada por el Estado es propietaria, la libertad de adoctrinamiento podrá, por supuesto, seguir campando a sus anchas como campaba el Cid, segundo mejor español de la Historia por detrás del balear Rafa Nadal.

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