Aparato se convierte en Argentina, por la fuerza de los medios corporativos de la industria cultural, en signo político. Y transforma en las manos del demente Milei, más que en
herramienta, en imagen de su barbarie.

Es personaje prefabricado sin recorrido político tradicional que salta al escenario a los gritos, despelucado y amenazante al lograr los resultados y hacen a Javier Milei desde el 10 de diciembre de 2023 el nuevo presidente de la Argentina. Le gana a Sergio Massa el balotaje por 55,7% a 44,3%. De inmediato comete imprudencias. Olvida la parsimonia. No es lo mismo hacer propaganda que gobernar; este error puede tener un costo extremadamente alto para todas y todos los sureños.

Sin punto y aparte ratifica. No suaviza su discurso, el loco de la motosierra ratificó el grito que mostró durante la campaña: “todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado”. Enumera los primeros enemigos que privatizará: los medios públicos de comunicación, principalmente Radio Nacional, Televisión Pública y la agencia de noticias Télam, Radio Nacional y Televisión Pública. Y, siguiendo la onda menemista, bolsonarista, ”promete que reprimirá los piquetes y sindicatos y confirmó que dolarizará la economía y cerrará el Banco Central y aplicará todas las fórmulas restrictivas propias del Fondo Monetario. Recuerdo ingrato a nuestra memoria de ese estilo “paquetérico” de CAP y su 27 de febrero de 1989.

Otra víctima segura del señor de la peluca es la privatización de la educación superior, allá como aquí, en ningún otro país del continente el acceso a una universidad pública es abierto y gratuito.

El efecto Milei envalentona a nuestra derecha caraqueña, para que igual sueñe en esta balandronada del outsider mesiánico. Creyendo que un outsider puede tapar el barranco en que ha dejado la oposición al sector de los menos favorecidos. Para ello, impulsa a la radical MCM para que anime sus ansias de poder. La disfrazan para que finja identificarse con las bases sociales, con uso de peroratas donde prevalece lo demencial, sobre lo racional; el odio, sobre la paz; la mentira, sobre la verdad; la agresión, sobre el diálogo. Mientras, baraja tesis esotéricas, que merecerían el oído de un psiquiatra. Cierro: ganó Milei, pero tiene 100 días para cumplir sus bravatas antes que la Plaza de Mayo lo haga trizas. Mientras, los sindicatos, en sus espacios de trabajo, realizan asambleas y preparan su estrategia ofensiva.