Han sido muchos los venezolanos destacados nacidos en Caracas, valga citar en especial al Precursor Francisco de Miranda y al Padre Libertador Simón Bolívar, pero son muchos también los que le han dado brillo a nuestra ciudad capital, fundada el 25 de julio de 1567 por uno de los conquistadores españoles, cómo lo fue Diego de Losada. Entre estos que han resaltado el nombre de nuestra capital, figura, sin lugar a dudas, aquel que un buen día dejó caer unas palabras con sentido poético: “Caracas allí está, vedla tendida a las faldas del Ávila empinado. Odalisca rendida a los pies del Sultán enamorado”.

Esta oda se le debe al insigne Poeta de Caracas Juan Antonio Pérez Bonalde, el mismo que nació el 30 de enero de 1846, es decir, que hoy se están cumpliendo 178 años de aquel momento cuando gobernaba el general Carlos Soublette. Por ese nacimiento en la Santiago de León de Caracas se le considera por antonomasia como “el más grande venezolano del siglo pasado (el XIX), después de Andrés Bello y uno de los máximos de todos los tiempos”, como lo escribió José Ramón Medina, en sus inmensas líneas que dejó para el tiempo.

Juan Antonio Pérez Bonalde no transitó por las aulas universitarias, sin embargo, fue un políglota que habló y escribió en latín, alemán, griego, italiano, francés e inglés, es decir, siete lenguas con la natal. Esos conocimientos y dominio idiomático le permitieron traducir varias obras. Tenemos: El Cancionero, de Christian Heine, El Cuervo, de Edgar Alan

Poe y La Venus de Milo, de Paul Saint Víctor. Todo ello en prosa, pero elevado por el venezolano a hermosos versos.

En el marco de su versatilidad, Pérez Bonalde dejó un poema dedicado a su hija Flor, quien falleció a temprana edad. Veamos:

“Flor se llamaba, flor era ella.

Flor de los valles en una palma.

Flor de los cielos en una estrella.

Flor de mi vida, flor de mi alma”.

Cuando Pérez Bonalde tenía 15 años en 1861 y con Venezuela enfrascada en la Guerra Federal, el poeta tuvo que salir de su Venezuela natal. Puerto Rico fue el escenario al cual llegó el grupo familiar. En 1864 lo tenemos nuevamente acá. Se ocupa en diversas áreas para subsistir. Con la llegada de Antonio Guzmán Blanco al poder, tiene que irse nuevamente al exterior. Se instala en Nueva York, donde se dedica a vender productos de perfumería.

Alterna su vida con personajes que conoce en la vía. José Martí es uno de ellos. También su paisano Nicanor Bolet Peraza y otros hombres de las letras. Ahí escribe dos nuevos libros. El primero de ellos: Estrofas, en 1890. Sigue Ritmos. Regresa a su Venezuela con la salud afectada. Fallece el 4 de octubre de 1892, a los 46 años. Desde el 14 de febrero del 1946 sus restos se encuentran en el Panteón Nacional.